domingo, 2 de septiembre de 2012

Prometeus: Mitologia griega + Poema Sinfonico 5 de Franz Liszt


Hola estimadísimos amigos, después de un largo lapso de tiempo sin escribir, debido al poco tiempo libre que me dejaron los conciertos que di en los pasados 3 meses, vuelvo a escribir una nota en esta sección de “Música Comentada”. ¿Que mejor manera de retomar la escritura que hablando de mi amadísimo Franz Liszt?
Aquellos que sentimos profunda pasión por la mitología como por la música de Liszt, vemos en sus poemas sinfónicos un mar de éxtasis en el cual bañar nuestra alma. En esta oportunidad, quiero puntualizar un Poema Sinfónico en particular: en Numero 5, Prometheus.
El poema sinfónico Prometeo de Liszt, compuesto en 1850 y orquestado cinco años más tarde, se sitúa en pleno fervor romántico.
Como en la mayor parte de sus otros poemas sinfónicos el programa de Prometeo habla de sufrimiento y glorificación e inmediatamente describe al gigante mitológico que trae el fuego a Tasso, Mazeppa y los guerreros cristianos de La Batalla de los hunos, y sobre todo al propio Liszt, La primera versión, en forma de obertura, fue completada en 1850 para la representación de la tragedia de Herder Prometeo encadenado, que fue interpretada en la festiva presentación de la estatua de Herder en Weimar.
Liszt también músico algunos coros de la obra de Herder. Algunos años más tarde reorganizó éstos y la obertura para crear un poema sinfónico que revela de manera más reconocible que todos los demás poemas las partes de la forma sonata, o más bien la reinterpretación romántica de la misma, en su tema principal, heroico y masculino, y en los temas femeninos de la exposición, tormentosos, graves o resolutivos. El lugar de una sección central de desarrollo lo ocupa una fuga, que se corresponde en carácter a la música de “lucha” asignada a este lugar por la estructura formal del drama romántico. Tras una breve recapitulación la pieza acaba con una música de resolución, una apaciguadora conclusión para la cual parece como si hubiera sido compuesta la totalidad de la obra. ¿Es realmente esto una forma sonata? Es al menos como era visto por los teóricos del siglo XIX y también por Liszt, que no componía según el canon de la forma, sino que creaba nuevas formas musicales para innumerables variantes del contraste entre “sufrimiento y glorificación”.
En las notas al programa del concierto que los días 10, 11 y 12 de febrero de 2006 la Orquesta y el Coro Nacionales de España, con Josep Pons en la dirección, ofrecieron en Madrid, y en el que se interpretó, entre otras obras prometeicas, el poema sinfónico de Liszt, Stefano Russomanno escribía:
“La figura de Prometeo tiene en Liszt un componente de egocentrismo exacerbado. ¿Debemos entenderlo como una especie de autorretrato? El compositor encontraba tal vez en los sufrimientos de Prometeo un reflejo de sus propios tormentos, un eco de las vicisitudes del genio romántico que por medio de su arte acerca a los hombres un trozo de paraíso (o infierno), recibiendo a cambio incomprensión y decepción. Lo cierto es que la música del Prometeo lisztiano nació en 1850 para acompañar la representación del Prometeo liberado de Johann Gottfried Herder. Cinco años después, el músico retomó la pieza inicial, la orquestó y la convirtió en poema sinfónico. Prometeo está concebido según una polaridad dialéctica “sombra-luz” muy querida por el compositor húngaro. La pieza arranca con los tonos oscuros y macizos del metal, al que contestan no menos enérgicas y dramáticas frases de la cuerda en el registro grave. El monolítico y rocoso comienzo se diluye progresivamente en una peroración más distendida, no exenta de énfasis. El esquema guarda algún parecido con el de la Sonata en Si menor (escrita en 1852-53), sobre todo si se tiene en cuenta el siguiente episodio, escrito en riguroso estilo contrapuntístico. La animación y densidad de este pasaje desemboca en un clima de desolación, recorrido por grandes zonas de vacío en la orquesta.
La reexposición del comienzo trae de nuevo una tímbrica sulfurosa, pero pronto empiezan a penetrar los primeros rayos de luz del final, que tiene un carácter casi festivo aunque lastrado por cierta tendencia a la retórica y grandilocuencia propia en ocasiones del Liszt orquestal.”

Hasta acá hemos hablado de la composición de Liszt, pero aun no hemos hablado del mito. Aquí les entrego el motivo del sufrimiento mitológico de Prometeus:

<< ... Era un tiempo en el que existían los dioses, pero no las especies mortales. Cuando a éstas les llegó, marcado por el destino, el tiempo de la génesis, los dioses las modelaron en las entrañas de la tierra, mezclando tierra, fuego y cuantas materias se combinan con fuego y tierra. Cuando se disponían a sacarlas a la luz, mandaron a Prometeo y Epimeteo que las revistiesen de facultades distribuyéndolas convenientemente entre ellas. Epimeteo pidió a Prometeo que le permitiese a él hacer la distribución "Una vez que yo haya hecho la distribución, dijo, tú la supervisas ". Con este permiso comienza a distribuir. Al distribuir, a unos les proporcionaba fuerza, pero no rapidez, en tanto que revestía de rapidez a otros más débiles. Dotaba de armas a unas, en tanto que para aquellas, a las que daba una naturaleza inerme, ideaba otra facultad para su salvación. A las que daba un cuerpo pequeño, les dotaba de alas para huir o de escondrijos para guarnecerse, en tanto que a las que daba un cuerpo grande, precisamente mediante él, las salvaba.
De este modo equitativo iba distribuyendo las restantes facultades. Y las ideaba tomando la precaución de que ninguna especie fuese aniquilada. Cuando les suministró los medios para evitar las destrucciones mutuas, ideó defensas contra el rigor de las estaciones enviadas por Zeus: las cubrió con pelo espeso y piel gruesa, aptos para protegerse del frío invernal y del calor ardiente, y, además, para que cuando fueran a acostarse, les sirviera de abrigo natural y adecuado a cada cual. A algunas les puso en los pies cascos y a otras piel gruesa sin sangre. Después de esto, suministró alimentos distintos a cada una: a unas hierbas de la tierra; a otras, frutos de los árboles; y a otras raíces. Y hubo especies a las que permitió alimentarse con la carne de otros animales. Concedió a aquellas descendencia, y a éstos, devorados por aquéllas, gran fecundidad; procurando, así, salvar la especie.</
Pero como Epimeteo no era del todo sabio, gastó, sin darse cuenta, todas las facultades en los brutos. Pero quedaba aún sin equipar la especie humana y no sabía qué hacer. Hallándose en ese trance, llega Prometeo para supervisar la distribución. Ve a todos los animales armoniosamente equipados y al hombre, en cambio, desnudo, sin calzado, sin abrigo e inerme. Y ya era inminente el día señalado por el destino en el que el hombre debía salir de la tierra a la luz. Ante la imposibilidad de encontrar un medio de salvación para el hombre. Prometeo roba a Hefesto y a Atenea la sabiduría de las artes junto con el fuego (ya que sin el fuego era imposible que aquella fuese adquirida por nadie o resultase útil) y se la ofrece, así, como regalo al hombre. Con ella recibió el hombre la sabiduría para conservar la vida, pero no recibió la sabiduría política, porque estaba en poder de Zeus y a Prometeo no le estaba permitido acceder a la mansión de Zeus, en la acrópolis, a cuya entrada había dos guardianes terribles. Pero entró furtivamente al taller común de Atenea y Hefesto en el que practicaban juntos sus artes y, robando el arte del fuego de Hefesto y las demás de Atenea, se las dio al hombre. Y, debido a esto, el hombre adquiere los recursos necesarios para la vida, pero sobre Prometeo, por culpa de Epimeteo, recayó luego, según se cuenta, el castigo del robo.
El hombre, una vez que participó de una porción divina, fue el único de los animales que, a causa de este parentesco divino, primeramente reconoció a los dioses y comenzó a erigir altares e imágenes a los dioses. Luego, adquirió rápidamente el arte de articular sonidos vocales y nombres, e inventó viviendas, vestidos, calzado, abrigos, alimentos de la tierra. Equipados de este modo, los hombres vivían al principio dispersos y no en ciudades, siendo, así, aniquilados por las fieras, al ser en todo más débiles que ellas. El arte que profesaban constituía un medio, adecuado para alimentarse, pero insuficiente para la guerra contra las fieras, porque no poseían el arte de la política, del que el de la guerra es una parte. Buscaban la forma de reunirse y salvarse construyendo ciudades, pero, una vez reunidos, se ultrajaban entre sí por no poseer el arte de la política, de modo que al dispersarse de nuevo, perecían. Entonces Zeus, temiendo que nuestra especie quedase exterminada por completo, envió a Hermes para que llevase a los hombres el pudor y la justicia, a fin de que rigiesen en las ciudades la armonía y los lazos comunes de amistad. Preguntó, entonces, Hermes a Zeus la forma de repartir la justicia y el pudor entre los hombres: "¿Las distribuyo como fueron distribuidas las demás artes?".
Pues éstas fueron distribuidas así: Con un solo hombre que posea el arte de la medicina, basta para tratar a muchos, legos en la materia; y lo mismo ocurre con los demás profesionales. ¿Reparto así la justicia y el poder entre los hombres, o bien las distribuyo entre todos?. "Entre todos, respondió Zeus; y que todos participen de ellas; porque si participan de ellas solo unos pocos, como ocurre con las demás artes, jamás habrá ciudades. Además, establecerás en mi nombre esta ley: Que todo aquel que sea incapaz de participar del pudor y de la justicia sea eliminado, como una peste, de la ciudad''.>>


A continuación les dejouna buena versión que encontré en Internet para que disfruten:

Fuentes:
Espero que les haya gustado tanto como a mi.
¡¡¡Saludos a todos y hasta la proxima!!!
Juan R.

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